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La revolución tunecina ha contribuido al fomento de la lucha de las masas en todos los países árabes y a su extensión al corazón de los países imperialistas, como Francia y España. En Marruecos los jóvenes recogieron la experiencia revolucionaria de los pueblos tunecino y egipcio, lanzaron una iniciativa para rechazar la explotación de la clase trabajadora y la opresión política del sistema procapitalista en Marruecos, y llamaron a manifestarse en todas las ciudades del país el día 20 de febrero de 2011.

 

Las masas trabajadoras iniciaron la lucha para cambiar su realidad

 

En todas las ciudades salieron manifestaciones que reclamaron la libertad, la dignidad y la justicia social. Las manifestaciones se extendieron también a las pequeñas ciudades y pueblos, y así el régimen reaccionario de Marruecos se encontró de la noche a la mañana frente al mayor movimiento de masas unidas en la historia de Marruecos.
Al igual que todos los regímenes capitalistas dictatoriales, el régimen de Mohamed VI intervino desde el primer día con toda su fuerza y brutalidad para romper la revolución. Se registraron enfrentamientos sangrientos en muchas ciudades; los más prominentes fueron en Houceima, Tánger y Tetuán, en los que murieron más de cinco manifestantes y hubo cientos de heridos y detenidos.
El hecho de que la clase dominante haya elegido la opción de la represión brutal del Movimiento 20 de Febrero ha dado más fuerza y más firmeza a este movimiento y le ha permitido expandirse más entre las capas oprimidas de Marruecos. De esta manera, el domingo de cada mes, y después el domingo de cada semana, se convirtieron en un día de lucha para cambiar la realidad de la represión y arrancar las raíces de la miseria del pueblo marroquí. La clase dominante esta dividida entre la opción de reforma y la represión.
Después del 20 de febrero la clase dominante marroquí se ha dado cuenta de que su existencia y sus intereses están en peligro y ha recurrido la política de esquivar el conflicto y a una táctica de contención. En este sentido ha utilizado como agentes a los líderes de los partidos de la Izquierda (USFP y PPS) y de los partidos reaccionarios islamistas para poner al Movimiento 20 de Febrero un rígido techo que no exceda el ámbito de las demandas políticas, económicas y nacionalistas [Nota de la Redacción: las que afectan a la población amazigh] de carácter reformista, y poner así fin a la posibilidad de convertir la lucha del pueblo marroquí en una verdadera revolución, con demandas revolucionarias para poner fin a la dictadura y el capitalismo en Marruecos.
Al inicio del movimiento revolucionario, todos los partidos políticos declararon que este movimiento no podría superar las demandas reformistas debido a la especificidad de Marruecos respecto al resto de los países árabes. Por otra parte, la oligarquía marroquí movilizó todas sus fuerzas para debilitar al Movimiento 20 de Febrero y para que este no pudiera alcanzar el nivel de la lucha de los pueblos de Túnez y Egipto, utilizando para ello el espantajo del terrorismo (atentado de Marrakech) y a veces del Polisario y de los ateos (los marxistas), y también la represión brutal y la utilización de elementos lumpenizados, contando con el apoyo de las direcciones políticas de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) y las direcciones sindicales, como la Unión General de los Trabajadores Marroquíes (UGTM) y la Confederación Democrática del Trabajo (CDT), para construir un bloque contra el movimiento 20 de Febrero y las organizaciones sindicales y políticas que apoyan a este movimiento y la lucha del pueblo marroquí.

 

La maniobra de la constitución otorgada

 

En un intento desesperado de contener la creciente ola de lucha revolucionaria en Marruecos el rey creó un comité que incluía sólo personas de la clase conservadora más cercana al rey, para la redacción de una nueva constitución para el país, sin ninguna consulta formal a los partidos políticos, sindicatos, etc. La nueva constitución otorgada redactada por la comisión burguesa dirigida por Menouni no supone ninguna novedad, sino que, al contrario, ha mantenido la autocracia y la concentración de todos los poderes en las manos del rey. A pesar de las promesas de la comisión y del rey de cancelar el artículo 19 de la vieja constitución y dar amplios poderes al presidente del gobierno y establecer la igualdad entre los grupos étnicos, el rey mantuvo su poder absoluto y solo se han eliminado del artículo 19 varios artículos que daban al rey un carácter sagrado, con su liderazgo religioso como comendador de los creyentes. El rey preside el consejo del gobierno, y el primer ministro seguirá necesitando el aval del rey para el nombramiento o destitución de algunos ministros; el monarca tiene también el derecho a decretar el estado de excepción, y es la máxima autoridad de la fuerzas armadas; todo esto se recoge en los artículos 42, 46, 41, 47, 51 y 59 de la nueva constitución. También esta constitución garantiza la propiedad privada de los medios de producción, para mantener la capacidad de la clase poseedora de seguir explotando a los trabajadores y acumulando mas riqueza en manos de una minoría podrida, que priva las masas trabajadoras de su derecho a la educación y sanidad gratuitas y de calidad, del derecho a una vivienda digna para todos, del derecho a recibir una prestación por desempleo, y del derecho a trabajar y vivir con dignidad.
La aprobación de esta constitución por el régimen reaccionario de Marruecos mediante la manipulación de los resultados del referéndum puso de manifiesto que la clase dominante no está dispuesta a hacer ninguna concesión, y la imposibilidad de que se cedan algunas migajas a la clase trabajadora y el resto del pueblo marroquí. Su posición de no aceptar ninguna reforma puede empeorar la crisis política y económica y conduce las masas a irrumpir de manera más masiva la escena política en Marruecos.
Las direcciones reformistas de todo tipo han desempeñado el papel de reducir la lucha de clase en lugar de fomentarla, a través de marcar líneas rojas para evitar que se sobrepasen las demandas reformistas en el marco de una monarquía parlamentaria. Diferentes líderes de los partidos reformistas han tomado una posición débil respeto al crecimiento del movimiento revolucionario de la masas. El líder más prominente de Vía Democrática, El Harrif, publicó un artículo en la página web del partido titulado Sobre la monarquía parlamentaria:
“Los medios de comunicación dicen que el Movimiento 20 de Febrero tiene como objetivo establecer una monarquía parlamentaria en Marruecos. La verdad es que lo que une al Movimiento 20 de Febrero es la construcción de un sistema democrático que garantice la libertad, la dignidad y la justicia social. Y este movimiento no tiene ninguna posición sobre la monarquía parlamentaria, y es un error desde nuestro punto de vista empujar al movimiento a tomar una posición en este tema. ¿Por qué? Porque este concepto es muy débil. Y hemos visto como los partidos reformistas que han apoyando durante décadas la tiranía y la autocracia del rey (Hassan II y Mohamed VI) se convirtieron en defensores de la monarquía parlamentaria con unas reformas que no toquen las bases de la monarquía marroquí”.
El camarada El Harrif utilizó términos vagos como “justicia”, “libertad” y “dignidad humana”. Estos eslóganes también pueden ser levantados por parte de las fuerzas más reaccionarias. También el camarada ha definido su posición de que un sistema capitalista monárquico con reformas sustanciales es el máximo techo de las demandas del Movimiento 20 de Febrero. El camarada, que se ha reclamado marxista en varias ocasiones, se olvida que los marxistas están luchando junto con la clase trabajadora y el resto de las masas oprimidas con el fin de de conquistar el poder político para la clase trabajadora y la construcción de los comités obreros como alternativa a las constituciones burguesas; también se olvida que los marxistas consideran la monarquía un tipo de régimen reaccionario y no aceptan otra solución que no sea el establecimiento de una república obrera, con la economía nacionalizada y bajo el control de los obreros.

 

Alianza con los fundamentalistas

 

Lo más peligroso que puede perturbar el curso de la revolución es una alianza de las fuerzas situadas en la izquierda, como Vía Democrática, los grupos mandelistas o la Liga de Acción Comunista, con la derecha. Estas fuerzas de izquierda han sacado declaraciones comunes en distintas ciudades de Marruecos con el movimiento Justicia y Caridad y con el Salafia Jihadia —el primer movimiento extremista islámico en Marruecos— bajo la bandera del Consejo de Apoyo al Movimiento 20 de Febrero, abandonando todos los principios del socialismo científico y la sangre de los mártires de la izquierda. Estos líderes, en lugar de asumir su responsabilidad histórica y llamar a la construcción de un frente de izquierda unida, sin mezclar las banderas, han construido una alianza distorsionada, considerando a los fundamentalistas como una parte de las fuerzas revolucionarias, en lugar de librar una batalla contra ellos como una de las expresiones de la clase dominante.
Los dirigentes reformistas cometen un error histórico hacia la revolución y hacia la clase trabajadora intentando jugar un papel de válvula de seguridad para la clase dominante en Marruecos, y poniendo líneas rojas para impedir la ampliación de las demandas del Movimiento 20 de Febrero a la reivindicación de tumbar el régimen y construir un Estado obrero, con una economía nacionalizada bajo el control de los obreros. Este error se refuerza con su alianza con los fundamentalistas de la derecha fascista, que son fuerzas hostiles a los objetivos de la revolución socialista y que defienden un programa social más reaccionario y despótico que el sistema capitalista que domina hoy en Marruecos.
Nuestra critica a las posiciones de la dirección de Vía Democrática y el resto de las direcciones de las organizaciones políticas y sindicales de masas no la hacemos con la intención de resaltar diferencias, sino con el fin de abrir un debate profundo sobre el programa y las tácticas a través de las cuales podemos transformar la sociedad en una sociedad socialista.
Las tareas históricas de los marxistas marroquíes son las mismas por las que luchábamos antes de la intensificación de la lucha de clases y el surgimiento del Movimiento 20 de Febrero en Marruecos. Junto con la Corriente Marxista Revolucionaria, los marxistas marroquíes luchamos para construir una organización marxista revolucionaria con un programa de transición socialista. El éxito de la revolución marroquí y la ejecución de su tarea histórica de conquistar el poder político a favor de la clase trabajadora dependen de la existencia de una verdadera organización marxista. La participación de los marxistas en el Movimiento 20 de Febrero no tendrá ningún sentido revolucionario si su trabajo no se orientase a encuadrar a los jóvenes, a proponer un programa de transición para las masas, a la formación de los cuadros de la organización marxista, y a denunciar a la burocracia y llevar una lucha firma contra los fundamentalistas.
Nuestra tarea como marxistas es la de llegar a los jóvenes militantes espontáneamente atraídos por el marxismo y todas las bases de las organizaciones de masas que participan en las luchas que está conociendo Marruecos, y armarlos con la teoría marxista, con el fin de construir un partido marxista revolucionario que puede llevar la revolución marroquí bajo la bandera del proletariado a la victoria y la conquista del poder político.
No es suficiente el coraje y el heroísmo para completar las tareas históricas de la revolución marroquí. A pesar de las heroicas luchas y el sacrificio de los hijos de los trabajadores marroquíes, en este movimiento el éxito será imposible en ausencia de una organización marxista revolucionaria que tenga un programa y una táctica correctos.

No hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria
¡Viva la revolución árabe y marroquí!
¡Viva la Corriente Marxista Revolucionaria!

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