En las últimas semanas se ha intensificado la represión en Siria, fruto de un nuevo auge del movimiento de masas que ya se prolonga por nueve meses. Según diversas fuentes se estima en más de 3.000 los muertos y en decenas de miles los detenidos. La represión, lejos de intimidar a las masas, las enerva aún más, empujando el movimiento hacia delante, derribando los obstáculos que aparecen en su camino. Al igual que el resto de los países árabes, es admirable la determinación de los trabajadores, jóvenes y pobres en llevar su lucha hasta el final, a costa de enormes sacrificios.

 

La revolución siria y la lucha entre las diferentes
potencias imperialistas

Al igual que en la revolución libia, las diferentes potencias imperialistas están tomando posiciones para sacar partido del movimiento revolucionario. Los norteamericanos han enviado un portaaviones a la costa de Siria y Francia ha reconocido como interlocutor al Consejo Nacional Sirio. Todos estos movimientos por parte del gobierno norteamericano y francés no están determinados por salvaguardar los intereses de los trabajadores y pueblo sirio, sino por la ampliación y defensa de sus áreas de influencia e intereses estratégicos, comerciales y militares en la zona.
¿Seguirá la revolución siria un de-sarrollo similar al de la revolución libia? ¿Estamos en vísperas de una nueva intervención imperialista en la zona? No cabe duda que podría darse una situación similar a la de Libia, en la que utilizando la excusa de la intervención humanitaria se encubriera la intervención militar en un escenario de guerra civil. Sin embargo, existen varios factores que dificultan la intervención del imperialismo norteamericano y del anglo-francés. Siria tiene una situación estratégica privilegiada en Oriente Medio. Durante décadas fue un aliado firme de la burocracia soviética en la zona y mantiene vínculos fuertes todavía con Moscú que, evidentemente, no vería con buenos ojos una nueva penetración de las tropas norteamericanas cerca de sus fronteras meridionales, rompiendo el balance de fuerzas en la zona.
Lo que es válido para Rusia, en lo que respecta a Siria, también sirve para Irán, ambos aliados estratégicos del gobierno de Al Assad en la zona. Siria es la vía directa para el soporte iraní a la milicia de Hezbolá en Líbano. Con la caída del régimen sirio, o una guerra civil, se rompería el débil equilibrio político libanés.
A ninguna de las potencias de la zona les interesaría un escenario libio para Siria. Sin embargo, el desarrollo de la revolución, el imparable empuje del movimiento de masas, tiene una dinámica propia que escapa a los intereses de las diferentes burguesías nacionales y que rompe la correlación de fuerzas, obligando a unos y a otros a tener que cambiar su posición en la medida en que la situación se hace cada vez más insostenible para el gobierno de Al Assad. En todo caso, a diferencia de Libia, Siria es un baluarte estratégico en la zona posicionado del lado iraní y ruso con lo que la resistencia a la intervención anglofrancesa y norteamericana será más aguda por parte de Rusia, China e Irán.
De momento el imperialismo norteamericano y, particularmente, el francés, que aparece como el más aventurero, tratan de apoyarse en un autodenominado Consejo Nacional Sirio en el exilo que, al igual que en Libia, está conformado por diferentes elementos capitalistas, títeres del imperialismo.

Amenazas para
la revolución siria

La principal amenaza para la revolución es que, ante la ausencia de un partido revolucionario marxista con base entre las masas, la dirección del movimiento sea usurpada por los elementos burgueses del Consejo Nacional Sirio, repitiendo el esquema de Libia. El bloqueo informativo por parte del régimen sirio y la propaganda imperialista hacen difícil conocer si existe alguna expresión independiente, tanto del gobierno como del imperialismo, por parte del movimiento de masas, sobre todo por parte de la clase trabajadora, y que pueda ser una alternativa al bloque burgués que se está conformando a sus espaldas.
Si las masas continúan desarmadas podría darse la derrota militar de las mismas, y la revolución podría terminar anegada en sangre. La ayuda militar rusa y, sobre todo, iraní podrían suplir la descomposición del ejército sirio ante el avance de los trabajadores y el pueblo. Para sobrevivir, el propio régimen sirio podría intentar enfrentar a las masas entre sí y desviar el movimiento revolucionario en líneas sectarias (en un país donde conviven sunitas, chiítas, cristianos y kurdos) tal como hizo el imperialismo norteamericano en Iraq. Esto sería una nueva pesadilla para las masas sirias.
Una dirección revolucionaria por parte de los trabajadores plantearía, en primer lugar, un programa de lucha, de expropiación de la oligarquía dominante que se ha ido enriqueciendo con las medidas adoptadas en las últimas décadas, auspiciadas por el FMI y el Banco Mundial y que han sido la base del descontento de los trabajadores y el pueblo sirio. La expropiación de la burguesía debería servir para lanzar un ambicioso programa de reformas sociales que termine con los problemas de vivienda, empleo o sanidad que tienen los trabajadores. Al mismo tiempo, debería instaurar una economía planificada democráticamente por la clase obrera y los pobres en beneficio de la mayoría. Mientras en Siria se mantenga una economía capitalista no habrá solución para los problemas de los trabajadores y pobres. También este partido lucharía por crear un Estado revolucionario desde la base, que unificara los diferentes comités de las diferentes ciudades y fuera el cimiento en la lucha contra el Estado capitalista encabezado por la familia Assad. Para resistir la represión del ejército y la policía es necesario el armamento general de los trabajadores. Sería necesario luchar por un auténtico régimen socialista y no la caricatura estalinista que creó Hafez El Assad con la ayuda de la burocracia rusa y que ha conducido a Siria a la catástrofe actual. Una dirección revolucionaria por parte de la clase trabajadora lucharía por extender la revolución socialista en Siria al resto de los países árabes.

 

¡Viva la revolución socialista en Siria!
¡No a la intervención de los diferentes poderes imperialistas sobre Siria!
¡No a los elementos burgueses y proimperialistas del Consejo Nacional Sirio!
¡Por un auténtico gobierno revolucionario de los trabajadores y los pobres en Siria!
¡Por la Federación Socialista de Oriente Medio como única salida a la crisis en que el capitalismo y el imperialismo han sumido a toda la región!