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En la historia los hechos no se repiten nunca de modo idéntico, sin embargo hay contradicciones de fondo que, en la medida que no se resuelven, de alguna manera "se arrastran" y vuelven a emerger en situaciones distintas. Esos grandes aspectos no resueltos son el nexo entre el presente y el pasado, y al abordarlos, los clásicos adquieren una gran frescura. Ese es el secreto de su eterna juventud.
¿A dónde va Francia?, de León Trotsky, es una verdadera joya. Es difícil encontrar un texto, relativamente breve, con una densidad tan grande de ideas y temas absolutamente modernos, presentes en la cabeza de cualquier activista de la izquierda que esté interesado seriamente en la lucha por la transformación de la sociedad. En realidad el libro es un compendio de siete escritos que abarcan un periodo de algo más de dos años, "desde la ofensiva de la coalición fascista-bonapartista-realista del 6 de febrero de 1934 hasta la grandiosa huelga de masas de fin de mayo a comienzos de junio de 1936", citando directamente el prefacio del autor. Como observa también Trotsky: "¡Qué grandioso movimiento del péndulo político!". No es de extrañar que el periodo fuera tan rico en lecciones.
Por limitaciones de espacio sólo mencionaremos algunos temas y pasajes del libro, esperemos que suficientes para demostrar su carácter marcadamente moderno y animar a nuestros lectores a leerlo entero.
Sobre la relación entre la dirección de las organizaciones obreras y las tareas de la clase obrera: "Es precisamente porque el proletariado, como resultado de la historia más que centenaria de sus luchas, ha creado sus organizaciones políticas y sindicales, que le es difícil, casi imposible, llevar la lucha contra el capital sin ellas y contra ellas. Y sin embargo, eso que ha construido como resorte para la acción se ha convertido en un peso muerto o en un freno".
Sobre las victorias y derrotas de la clase obrera: "La tesis marxista general: las reformas sociales no son más que subproductos de la lucha revolucionaria, en la época de la declinación capitalista tiene la importancia más candente e inmediata. Los capitalistas no pueden ceder algo a los obreros, más que cuando están amenazados por el peligro de perderlo todo".
Sobre el papel de la lucha reivindicativa en un contexto de máxima polarización: "En la huelga general del 12 de febrero, que no se perseguía ninguna ‘reivindicación inmediata', participaron millones de obreros y empleados. Sin embargo, en la defensa contra la ofensiva del capital no ha participado hasta ahora más que una fracción ínfima de esta cifra".
Sobre la relación entre la dirección y la base del movimiento: "La tendencia general de las masas trabajadoras, incluidas las masas pequeño burguesas, es por completo evidente: hacia la izquierda. La orientación de los partidos obreros no es menos evidente: hacia la derecha".
Sobre la actuación de las masas frente a gobiernos "de izquierda": "En la huelga se expresa, ante todo, la desconfianza o la falta de confianza de los obreros, si no en la buena voluntad del gobierno, al menos en su capacidad para destruir los obstáculos y llevar a cabo sus tareas. Los proletarios quieren ‘ayudar' al gobierno, pero a su modo, al modo proletario. Con seguridad, aún no tienen plena conciencia de sus fuerzas. Pero sería una grosera caricatura presentar la cosa como si la masa no estuviera guiada más que por las ‘esperanzas' en Blum".
Se abordan muchos más temas como el fascismo, el bonapartismo, las etapas clásicas de un proceso revolucionario, el papel del estalinismo, del reformismo... aunque es el método del materialismo dialéctico lo que emerge como el verdadero tema del libro, eso es lo que permite a Trotsky esa profundidad de análisis, tan necesaria para la acción revolucionaria y para la preparación de la vanguardia más consciente de la juventud para la turbulenta época histórica en la que hemos entrado.

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