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En los países árabes se está desarrollando el inicio de la revolución proletaria, socialista, como en América Latina, no de una revolución democrática como trata de inculcar los medios de comunicación burgueses y la socialdemocracia. Desafortunadamente los medios del Estado venezolano y la diplomacia no son conscientes todavía de lo que está pasando. En la estatal Agencia Venezolana de Noticias y otros medios del Estado al mismo tiempo que se define por fin lo que ocurre en Egipto y Túnez como revolución se presenta el movimiento revolucionario de las masas en Libia como un complot del imperialismo y la derecha contra Gadafi. Lo mismo ocurrió cuando se inició el movimiento revolucionario de las masas iraníes en 2009. Si queremos ayudar a la revolución socialista en el mundo árabe y al mismo tiempo aumentar el apoyo a la revolución venezolana entra las masas trabajadoras de todo el mundo es hora de cambiar esta orientación equivocada.
La extensión de la revolución árabe se desarrolla no por días, si no por minutos. Recientes noticias de diferentes medios de comunicación informan de duros enfrentamientos entre manifestantes contra el gobierno de Gadafi y el ejercito que están propiciando decenas de muertos, las últimas informaciones señalan que cerca de 300 en todo el país. Reportes en Al Jazeera señalan que aviones de la fuerza aérea están bombardeando partes de la capital, Trípoli. Al igual que en Egipto o Túnez, las masas han perdido el miedo y están dispuestas a ir hasta el final, incluso a sacrificar sus vidas para lograr la victoria y la salida de Gadafi. Lo que confirman estas manifestaciones es el profundo malestar en el seno de la población del país contra el régimen que lleva más de 40 años en el poder. Las horas de Gadafi están contadas.
Desafortunadamente los medios del Estado venezolano y la diplomacia no es consciente todavía de lo que está pasando. De un modo equivocado durante los últimos años la política de nuestro gobierno en Oriente Próximo, ha sido la de “el enemigo de nuestro enemigo es mi amigo” sustituyendo una genuina política de solidaridad internacionalista, a la alianza con regímenes dictatoriales, que enfrentados a Estados Unidos temporalmente, por cuestiones de prestigio o de influencia mantenían al mismo tiempo a sus pueblos sojuzgados y oprimidos: se ha impuesto desafortunadamente una realpolitik en los asuntos exteriores, particularmente en Oriente Próximo. Es hora de cambiar esta orientación equivocada.

 

Visión errada de los acontecimientos revolucionarios en Libia

 

Frente a esta orientación errada se está imponiendo la realidad. En la página web de AVN se titula una noticia sobre lo que pasa en los países árabes: ‘Tal como el pueblo venezolano naciones árabes se levantan para derribar dictaduras’. En ella se relata la revolución que acontece en las últimas semanas. Sin embargo, llama la atención el análisis particular que se hace de los acontecimientos en Libia. En el artículo se señala: “Libia, La República Árabe Libia Popular y Socialista también está siendo objeto de ataques por parte del gobierno estadounidense, de Israel y otros países coaligados en la derecha internacional.
“Se trata de un proceso dirigido a desprestigiar al líder Muamar el Gadafi y opacar los logros de esa revolución, que puede exhibir orgullosa la esperanza de vida más alta de África (74 años), el PIB nominal más alto de ese continente, el primer puesto en el índice de Desarrollo Humano del continente y el poder adquisitivo más alto de África, entre otros logros”.
Durante los últimos años tanto Gadafi como los dirigentes iraníes, con Ahmadineyad a la cabeza, han sido presentados en Venezuela como “amigos”, “gobiernos afines”, “luchadores antiimperialistas” o “revolucionarios”. La realidad es que estos regímenes —que en determinados momentos han entrado en contradicción con el imperialismo estadounidense por sus propios intereses capitalistas o como un modo de desviar el malestar que existe entre las masas de sus países— no son en absoluto revolucionarios. Ni el régimen libio ni el iraní tienen ninguna afinidad real con la revolución venezolana.
Ante la revolución en marcha en Túnez y en Egipto, que despertó las simpatías y el instinto revolucionario de las bases bolivarianas, Gadafi apoyó a los dictadores proimperialistas Mubarak y Ben Alí y justificó y apoyó la represión contra los pueblos egipcio y tunecino. Cuando esa misma movilización revolucionaria de masas se ha trasladado a las calles de Libia su respuesta ha sido reprimir sangrientamente a los trabajadores y jóvenes. Mientras en Venezuela hay plenos derechos democráticos y la clase obrera se ha puesto en marcha para intentar desarrollar el control obrero, crear consejos de trabajadores y sindicatos clasistas, ocupar las fábricas abandonadas, etc., en Libia e Irán se reprime sistemáticamente a los trabajadores por organizar sindicatos y defender sus derechos. Mientras en Venezuela se han frenado las privatizaciones el régimen iraní durante los últimos años ha privatizado decenas de empresas y el régimen libio ha abierto las puertas del país a las multinacionales imperialistas. En la propia ocupación imperialista de Iraq el régimen iraní ha colaborado con la misma al dividir en líneas religiosas la resistencia. Varios movimientos y organizaciones chiíes apoyadas y financiadas por Teherán han colaborado en distintos momentos en el gobierno de ocupación. Todo esto debería ser suficiente para comprender que más allá de sus discursos demagógicos estos regímenes no pueden ser apoyados por los revolucionarios venezolanos. Al contrario, es un deber para los revolucionarios venezolanos enviar un mensaje de apoyo a las masas árabes en lucha.

 

¿Cómo ayudar desde Venezuela a la revolución árabe?

 

La revolución en marcha en el mundo árabe es una inspiración para las masas en todo el mundo. El presidente Chávez y el gobierno venezolano deberían dejar de creer en las teorías conspirativas que dictadores como Gadafi intentan promover para justificar su negativa a abandonar el poder y basarse en el magnífico instinto y voluntad revolucionaria que están demostrando las masas obreras y populares de estos países. Deberían declarar su apoyo incondicional a la revolución que están protagonizando, y, sacando conclusiones de la propia experiencia de nuestra revolución, llamar a las masas de todo el mundo árabe, desde Túnez a Libia o Irán, a no detener su lucha hasta no lograr el poder, desarrollando consejos de trabajadores y comunales basados en voceros elegibles y revocables, tomando las fábricas para ponerlas a funcionar bajo control obrero y popular, nacionalizando las principales empresas bajo control de los trabajadores y sustituyendo al actual Estado capitalista por un genuino Estado socialista dirigido por la clase obrera y el conjunto de los oprimidos. Esto animaría aún más la lucha revolucionaria en estos países y contribuiría a derrotar los planes del imperialismo, que asustado por el empuje revolucionario en el mundo árabe intenta reconducir la situación en todos estos países y abortar la situación revolucionaria que se ha abierto.
Esta es también la mejor manera de combatir las calumnias que lanza el imperialismo contra nuestra revolución, intentando equiparar a un revolucionario honesto como el presidente Chávez con dictadores como Mubarak o Gadafi, y de conseguir que tanto entre los jóvenes y trabajadores de los países árabes como entre los del resto del mundo (que ven con entusiasmo y simpatía la revolución en el mundo árabe) aumente también el apoyo a la revolución venezolana.
La noticia de AVN antes citada continúa con la visión equivocada de lo que está pasando en Oriente Medio y particularmente en Libia. Detrás de los acontecimientos en los países árabes no está el imperialismo norteamericano, sino la indignación de las masas árabes contra la opresión, incluido en Libia e Irán. El que está masacrando a la población libia es el ejército de Gadafi para defender sus privilegios, no la Sexta Flota. Hoy es Libia, pero mañana puede ser perfectamente Irán. En las movilizaciones de 2009, el comandante Chávez apoyó la represión a las manifestaciones contra el régimen de Ahmadineyad, justificándolo sobre la base de que estas movilizaciones tenían el mismo contenido reaccionario que la “revolución naranja”. Los que salieron a la calle en Teherán y todo el país demandaban derechos democráticos y mejora de las condiciones de vida, el imperialismo intentaba ganar en rio revuelto. Estos apoyos debilitan la influencia de la revolución bolivariana entre las masas oprimidas y los trabajadores del mundo. Millones de personas en Irán o Libia que simpatizaban con nuestra revolución en un primer momento están cada vez más confusos y decepcionados al ver el apoyo del gobierno venezolano a unos gobiernos de sus países que no aplican ninguna política socialista, revolucionaria ni antiimperialista, sino que les explotan y oprimen y cuando se movilizan en la calle envían el ejército o la policía a reprimirles.

 

La actitud del imperialismo norteamericano ante la revolución árabe

 

La actitud del imperialismo norteamericano está inspirada en el deseo de posicionarse lo mejor posible en estos acontecimientos. La ley suprema para el mismo no es la fidelidad a sus perros de presa, el futuro de sus títeres se subordinan sus intereses inmediatos. El imperialismo tiene informes detallados del nivel de putrefacción interna de estos regímenes y pretende situarse, apoyando demagógicamente la movilización de masas, para lograr una ventaja política de cara al futuro. Sin embargo el imperialismo norteamericano no es un bloque homogéneo, también hay divisiones en cómo actuar. Al sector más abiertamente reaccionario de la CIA y el pentágono no ve muy claro todos estos cambios, aunque sean inevitables. Además la política de Obama, no está conteniendo la ola de revolucionaria sino que la esta jaleando. Muchas personas en Washington deben estar frunciendo el entrecejo ante cada declaración de Obama o Hillary Clinton apoyando la movilización de masas, cuando la misma está tumbando a aliados estratégicos de EEUU o amenazando intereses estratégicos de EEUU como en Bahrein, sede de la Quinta Flota. Sobre todo cuando es previsible que uno de los regímenes más reaccionarios de la zona, como es el de Arabia Saudí, se contagie de la ola revolucionaria, amenazando el control de la mitad de la producción de petróleo mundial.
La actitud del imperialismo norteamericano puede engañar a algunas personas entre la izquierda, particularmente en Venezuela. Quizás piensan que los regímenes que salgan de estos movimientos revolucionarios puedan ser regímenes afines al imperialismo norteamericano: razonan que sin una dirección revolucionaria y con la presión imperialista la revolución quedará abortada y sólo servirá a los intereses yanquis. Estos son las mismas ilusiones de Obama. Por eso también el intento de confundir por parte de la burguesía internacional tratando de equiparar lo que acontece en el mundo árabe con la caída del estalinismo en 1989.

Berlín 1989 - El Cairo 2011.

 

Dos movimientos diametralmente opuestos

 

Hay una diferencia fundamental entre lo que está sucediendo ahora y lo que aconteció entonces. En 1989, la caída del estalinismo fue fruto de un movimiento de masas que tenía en sus inicios un carácter revolucionario pero que en ausencia de dirección derivó en la restauración del capitalismo en el este de Europa. La burocracia estalinista estaba tan podrida que no aguantó ni un asalto y todos los burócratas se pasaron con armas y bagajes a la agenda capitalista. La crisis fue suscitada por el colapso de la gestión burocrática de la economía nacionalizada. La clase obrera del este de Europa estaba confundida y desmoralizada por décadas de discursos de los burócratas estalinistas que al mismo tiempo que hablaban de gobierno de los trabajadores y socialismo se enriquecían y gobernaban despóticamente. La mayor parte de la clase trabajadora había desarrollado escepticismo hacia las ideas del socialismo. La represión feroz contra las ideas del socialismo representadas por la oposición de izquierda en la URRS encarnadas en la figura de León Trotsky rompió los puentes políticos entre las tradiciones de la revolución rusa y las nuevas generaciones y descabezó la que podría haber sido una revolución política contra la burocracia que condujera a un régimen sano de democracia obrera.

 

Inicio de la revolución socialista en los países árabes

 

Lo que acontece en Egipto y Túnez tiene un carácter diferente. La economía de estos países es capitalista y sus gobiernos han impulsado décadas de ataques feroces a las condiciones de vidas de las masas. La irrupción de las masas es fruto de dictaduras que sostienen la propiedad privada de los medios de producción. Tras lograr el primer objetivo, derribar a los tiranos, el movimiento obrero ha irrumpido en escena con su método habitual de lucha, la huelga general y ocupaciones de empresas. Fue la huelga general del proletariado industrial en Egipto junto con la juventud obrera desempleada la que acabó liquidando el régimen de Mubarak. En Túnez fueron las bases de la UGTT cuya dirección había colaborado activamente con Ben Alí las que impusieron la huelga general del 14 de enero que tumbo el dictador. Los trabajadores quieren después de años de miseria mejores salarios, casas y hospitales, eso les enfrenta directamente con el capitalismo. Para ello se concreta la idea de democracia de este modo. Lo que estamos viendo en los países árabes es el inicio de la revolución proletaria, socialista, en estos países, no de una revolución democrática como trata de inculcar los medios de comunicación burgueses y la socialdemocracia. Después de décadas de opresión las masas han dicho basta y se han puesto en marcha. Para derrotarlas, para volver a introducir el genio en la lámpara, van a hacer falta muchos esfuerzos puesto que la correlación de fuerzas es muy favorable a las mismas. La cadena de mando del ejército está rota y el Estado burgués, semidescompuesto por la acción revolucionaria de las masas obreras y populares. El proceso se va a alargar años debido a la ausencia de un partido marxista de masas que las lleve a la toma del poder, aunque el movimiento instintivo de la clase obrera tiende a elaborar consignas socialistas y tiende hacia la toma del poder. Como factor a favor del movimiento revolucionario de las masas es la no existencia partidos estalinistas o socialdemócratas con base de masas y autoridad para poder frenar el movimiento e intentar contenerlo dentro de formas democráticas, como sucedió en numerosos países, cuyo ejemplo palmario, entre otros, fue el Estado español en la llamada “transición democrática”, donde las direcciones estalinistas y socialdemócratas llegaron a un acuerdo para que el capitalismo siguiera en pie y el aparato estatal heredado del franquismo no pagara sus crímenes. Al imperialismo europeo le gustaría una salida de este tipo y tratará de impulsarla, pero con grandes dificultades por los factores arriba señalados.
Es por ello que se ha iniciado una era revolucionaria en el mundo árabe que amenaza con extenderse por todo el mundo. En el fondo son los primeros movimientos de la revolución socialista mundial. Lo que pasa en el mundo árabe —si tiene un paralelismo es con América Latina la última década— es la irrupción de las masas buscando una salida a la crisis del capitalismo. Y por ello, repetimos, este proceso que se inicia aquí, y cuyo primer episodio fueron las movilizaciones en Irán en 2009, se va a alargar años con alzas y bajas, donde revolución y contrarrevolución trataran de imponerse. Las masas buscarán una dirección revolucionaria que les lleve al poder. Eso veremos en los próximos años.

 

Inestabilidad y revolución durante años en los países árabes. El imperialismo no controla nada

 

¿Alguien cree que el imperialismo norteamericano va a conseguir regímenes estables y afines? Nada más lejos de la realidad, la inestabilidad está ya y no se va a marchar. Tanto en Túnez como en Egipto las masas están chocando con los nuevos gobiernos que no son si no la sombra larga de la dictadura y el imperialismo. El fundamentalismo islámico no ha jugado ningún papel y está desprestigiado entre las masas. Sólo si después de años la contrarrevolución logra vencer, podrá alcanzarse algún tipo de régimen burgués estable, pero por ahora a corto plazo esto es descartable. Revolución y contrarrevolución es lo que depara la lucha de clases en el mundo árabe. Y en este proceso las masas sacando rápidamente conclusiones cada vez más avanzadas sobre la base de su experiencia acercándoles a las ideas del socialismo científico, del marxismo, muchas veces sin ser conscientes de ello.
La dialéctica de la historia se ha manifestado de un modo hermoso. Décadas de explotación sin esperanza, se han transformado en semanas, en un alzamiento que está marcando el camino a millones. Como sucede en la historia de las revoluciones, los más oprimidos y atrasados, se han transformado en vanguardia de la lucha por un mundo mejor, un mundo socialista, sin empresarios, sin banqueros ni burócratas.

 

Corregir los errores cometidos

 

La revolución bolivariana debe aprender de este movimiento inspirador y corregir por parte de su dirección, del gobierno bolivariano, los errores cometidos: los regímenes de Libia e Irán son dictaduras capitalistas, no regímenes revolucionarios.
Al final del artículo de AVN se señala correctamente: “Manipulación. El gobierno estadounidense, Israel, los gobiernos europeos, la derecha internacional y la oposición venezolana han tratado de confundir al pueblo, tratando de hacer un símil entre el gobierno del presidente Chávez y el del recién derrocado Hosni Mubarak.
“Estos factores han tratado, sin éxito, de calentar la calle buscando relacionar a Chávez con la imagen del dictador egipcio, para presentar la idea de que el pueblo venezolano debe pedir la renuncia del mandatario bolivariano.
“Está claro que es la derecha venezolana la que tiene similitudes con los gobiernos derrocados por esos pueblos y que estos se erigen victoriosos tal como hoy lo hace el pueblo venezolano en la construcción de su futuro socialista”.
Con la inminente caída de Gadafi va a suceder lo mismo. Por ello hay que dar un giro a la política exterior de la revolución, que en vez de granjearnos el apoyo de las masas en Europa, Oriente Medio o EEUU, es utilizada por el imperialismo norteamericano contra nosotros. Del mismo modo que en el interior del país no existe una burguesía patriota, socialista u honesta enfrentada a la burguesía vendepatria, en el exterior los gobiernos enfrentados a EEUU, no son nuestros amigos, estos son gobiernos capitalistas que oprimen a sus pueblos. Las masas árabes, de Libia, Egipto, Túnez, Irán o Siria son las únicas con las que nos podemos aliar para luchar por el socialismo en todo el mundo.

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